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Independiente volvió a pisar en falso en una nueva visita al interior, y se fue goleado por el Lobo jujeño, que lo pasó por arriba. Es la cuarta derrota consecutiva como visitante. El Rolfi Montenegro anotó el único gol del Rojo, y su hermano anotó el último de Gimnasia.


El Rojo vilvió a salir de Buenos Aires y a dar otro paso en falso, con una nueva goleada como la sufrida en Tucumán, desperdiciando por segunda oportunidad el envión que parecía tomar luego de ganar un clásico de manera contundente. Además, preocupa ya la situación, con la cuarta derrota consecutiva en condición de visitante, y un equipo que cuando sale no es ni la pálida imagen de un conjunto de Primera división.

Gimnasia de Jujuy, que venía de la renuncia de Omar Labruna, planteó en el debut de Héctor Arzubialde como DT un juego agresivo desde el inicio del encuentro que tomó por sorpresa a los de Santoro.

Si a eso se le suman errores infantiles tanto en defensa como en el mediocampo, la falta absoluta de una idea de juego y un patrón a seguir, el aislamiento del único jugador que quiso crear algo (el Rolfi), la goleada cae de madura en sus propias respuestas. Poco de Mazzola en su debut como titular, poco de Mancuello, las jóvenes promesas del Rojo.

A lo largo del primer tiempo, donde sólo se rescata un remate de media distancia de Mancuello, Gimnasia fue más que Independiente y si no ganaba era en gran parte mérito de Assmann. Hasta que Cahais, tras el enésimo centro de los jujeños sobre el área Roja, abrió la cuenta cuando iban 35 minutos.

En el segundo tiempo Gimnasia salió a liquidar el partido, necesitado de puntos y comprometido con el descenso, sabía que el rival estaba casi knock out y no lo desaprovechó. Apenas cinco minutos pasaron para que diera el golpe letal a través de Busse, y luego de que Santoro quemara las naves con el ingreso de Gavilán, Higuaín y Núñez, el Lobo volvió a pegar en el mentón del débil Independiente, a la media hora de juego con un imposible gol de Ferradas, ante una defensa que marcó espantosamente mal.


El Rolfi, solitario en sus pocas apariciones, a los 41' anotó un golazo de tiro libre que quedará para la anécdota, lo mismo que el tanto que cinco minutos más tarde anotara su hermano Ariel, también de pelota parada, ayudado con un desvío en la barrera.

Nada que hacer, otra vez un golpe durísimo lejos de casa, y una semana que volverá a ser movida, seguramente con las ganas de que pase pronto y todo se olvide.

Emiliano Penelas

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