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Está por empezar a rodar el fútbol, y cuando hace unos días publicamos la supermodernidad de la marketinera nueva pelota oficial de la AFA, aparece este magnífico relato de Roberto Ángel Gómez rememorando la histórica pelota "Pulpo".


A cierta edad, a todos nos pasa... Mientras transcurre nuestra infancia crecemos rodeados de una innumerable cantidad de juguetes y objetos. La mayoría, pasan por nuestra vida sin pena ni gloria, y algunos de ellos hasta llegamos a destruirlos salvajemente cuando nos cansamos de su presencia. Pero en cambio otros, se van convirtiendo mágicamente, con el lento avance de las canas, las panzas prominentes y las bochas peladas, en verdaderos íconos infantiles, en preciados objetos de culto. Sujetos a la veneración de una o varias generaciones.

Quienes tuvimos la dicha de haber jugado aquellos fantásticos picados que se hacían en los barrios, ya sea en los pocos potreros que aún quedaban, o directamente, en medio del asfalto callejero (aprovechando el discontinuo tránsito de una tranquila calle) no podemos dejar de reconocer, entre esos principales íconos, a la grandiosa pelota de goma, Pulpo.

“La Pulpo” señores, era una verdadera maravilla. Ya desde al arranque, como su propio nombre lo indica, porque convengamos que es una marca insólita, si las hay, para una pelota de futbol: ¡Pulpo!... La cuestión, es que esta pelotita de goma que venía en diversos tamaños, tenía una serie de virtudes que la hacían encantadora. Pero cuidado, no estoy hablando de cualidades ocultas o especulaciones teórico-filosóficas. En absoluto, nada más alejado, me estoy refiriendo a una serie de notables características futboleras, comprobadas práctica y empíricamente en cientos de miles de picados. Que contaron con el valioso protagonismo, tanto de futuros cracks del futbol argentino como de grandes troncos anónimos, a lo largo y ancho de todo el país.

A saber, “la Pulpo” era extraordinaria, entre muchas cosas, por lo siguiente:

  • Rebotaba como ninguna otra pelota. Sobre cualquier superficie.
  • Se podían hacer rápidas paredes o autopases, haciéndola rebotar en el cordón de la vereda.
  • Era muy generosa. Resultaba más fácil hacer jueguito con ella que con otras bochas. Hasta un pibe medio patadura, la mantenía en el aire más de cuatro toques.
  • Era livianita. Cualquier petiso o flaquito debilucho que la pateara un poco fuerte, sacaba unos cañonazos tremendos.
  • Cuando estaba mojada por el agua de la zanja, dejaba su marca sobre el pavimento y acababa toda discusión sobre un gol de dudosa factura.

Y si todo lo anterior, no fuera más que suficiente como para considerarla una reina, podemos agregar, que era tan buena, que ni siquiera intimidaba a los arqueros con su velocidad, porque jugábamos sin ellos, haciendo un arco chico con piedras o latitas. Lo que redundaba en un hecho de implicancias ético-ideológicas: “la Pulpo”, señores, permitía la igualdad de oportunidades y evitaba la discriminación a la cual se sometía impunemente a los gorditos y a los pataduras crónicos mandándolos al arco. Con ella jugaban todos, y hasta el más tronco podía tener su instante de gloria gritando desaforadamente un gol convertido por él mismo.

En los tiempos que corren, donde cualquier perejil que nunca pateó un cuero, se llena la boca hablando de dispositivos tácticos, de puestos y funciones, o asistimos a la constante manija que le dispensan los medios, al “innovador” director técnico que ponen de moda. Es preciso aclarar, que “la Pulpo”, hace ya varias décadas provocó una auténtica revolución futbolística, al imponer el denominado, en la jerga táctico-estratégica “Polifuncionalismo Extremo”. Un concepto de futbol total y ultra ofensivo, donde no existen los puestos fijos, todos los jugadores atacan y todos defienden, ninguno juega de arquero y los goles se suceden de manera continua. Un fútbol ideal, donde un 0 a 0 ó un 1 a 1, son absolutamente imposibles. A modo de ejemplo, un cotejo parejo y cerrado, podía terminar tranquilamente con un ajustado 10 a 10.

Pero como nadie es perfecto, tampoco lo es la querida Pulpo y la pobre también tenía su punto débil. Duele reconocerlo... pero se pinchaba con facilidad. Y sí, de vez en cuando, teníamos que asistir al penoso espectáculo de ver cómo una Pulpo, en medio de la calle, se nos iba de este mundo. Aunque es justo admitir que no le dábamos descanso, todos los días la hacíamos rodar y saltar incansablemente durante horas enteras, sobre ese rústico asfalto, que en pleno verano llegaba a temperaturas realmente infernales.

Lo peor era cuando algún salame la colgaba de un zapatazo y nos quedábamos angustiados viéndola perderse detrás de un paredón o en los fondos de una casa vecina. A veces, la fortuna nos sonreía, la recuperábamos rápidamente y la fiesta continuaba hasta el atardecer. Pero en otras ocasiones, se paraba el picado y comenzaban inmediatamente las acciones tendientes a la compra de otra Pulpo, en el kiosco de la esquina, el de la gallega, que no nos rebajaba ni una chirola. Hoy esta tarea, vista a la distancia, parece de lo más sencilla, pero en realidad nos llevaba al borde del delito, ya que la necesaria optimización de los recursos nos obligaba al mangueo de monedas en el núcleo familiar, y si la situación se tornaba extrema, a quedarnos con parte del vuelto de algún mandado salvador, que les hacíamos diligentemente a nuestras respectivas y queridas madres.

De manera que, sin duda alguna, “la Pulpo”, ocupa el lugar más alto en el podio de los objetos de culto futboleros de nuestra tierna infancia, al menos, en los de mi generación. Los demás miembros del podio son discutibles... El segundo lugar lo pueden ocupar los botines Sacachispas, y el tercero, algún álbum de figuritas o esos metegoles de los clubes de barrio que pesaban una tonelada. Pero bueno, todo esto ya es otro tema y abierto a grandes debates.

Por último, y para cerrar, quiero expresar mi agradecimiento de siempre a la fabulosa pelota Pulpo. Quien me ha brindado desde muy chico en mi amado barrio de Lanús, miles de horas alegres, en centenares de tardes, cargadas del más puro, del más genuino, goce futbolero.

Roberto Ángel Gómez
Buenos Aires, 6 de febrero de 2009
Especial para La Caldera del Diablo

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Fabio Bustamante dijo... 6 de febrero de 2009, 9:20 a.m.

muy buenas las historias de lo fútbol, principalmente las sudamericanas. Lo blog Futebol e Discussões tiene uno sello(Premiación) para La Caldera del Diablo: http://futebolediscussoes.blogspot.com/2009/02/selo-olha-que-blog-maneiro.html. Uno Abrazo, Fabio

Franco Fontanet dijo... 6 de febrero de 2009, 9:33 a.m.

Hola, pasaba a saludar...

COMIENZA EL CLAUSURA 2009 PARA ANDY = NOTE PIERDAS TODAS LAS ESTADISTICAS

Un abrazo Grande Desde el Blog de ANDRES FRANZOIA

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"DE A POCO ME VOY ACOMODANDO"

Bocha dijo... 7 de febrero de 2009, 12:27 a.m.

Tiene onda la pelota, jaja el nombre de la marca no es de lo mejor, jejejeje...

Te espero por ABRAN CANCHA.

www.abran-cancha.blogspot.com

La Caldera del Diablo dijo... 7 de febrero de 2009, 12:50 a.m.

Fabio: muchas gracias, guau, premiados!

Franco: pasaremos.

Bocha: así es, buenisima la Pulpo! Gracias al amigo Roberto por su artículo.

Saludos

Emiliano