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Otra vez Independiente dio pena en una cancha. Superado en todas las líneas, sin orden de juego, estado físico ni respuestas anímicas, resignando el ataque y defendiendo con muchas limitaciones, mereció perder con claridad frente a Gimnasia. Silbidos sobre el final.

Leonel Núñez cabecea, esta vez la pelota será rechazada por Sessa

Indigna ver jugar a este Independiente. Cansa el hecho de que no juegue a nada, y sobre todo que no se transmita desde la cancha ni desde afuera aunque sea un poco de amor propio. Salvo alguna corrida corajuda de Pusineri, algo de fuerza que esta noche puso Rodríguez, lo demás es pálido, chato, anodino.

No se puede creer. Se jugó contra un equipo que va a penar todo el año, que tiene todos los boletos para al menos jugar una promoción y tendrá que cortar todas las diagonales de La Plata para festejar si no desciende directo a la B. Y no se le ganó, pero tampoco se perdió porque el destino no quiso. Como el fin de semana pasado ante racing, otro que va a sufrir. Como se le ganó dando lástima a San Martín de Tucumán, quien también andará por los puestos del fondo. Con esta durísima realidad dentro de quince días tendremos que ir a La Boca...

El partido frente al Lobo comenzó con Gimnasia haciendo las cosas más simples. Con pocos toques creaban peligro en el arco de Assmann y las pelotas cruzadas, como se vio en todo este tiempo, hacían tambalear a la defensa. Sin embargo, la fortuna quiso que nuevamente en la primera del Rojo, un tiro al arco desde 30 o 35 metros de Núñez, Sessa pusiera mal las manos y se coma un gol de esos que van a los bloopers de fin de año en todo resumen de noticias deportivas que se precie.

El gol fue exagerado para un Independiente que hasta ese momento no había hecho casi nada para merecerlo. Recién a cinco del final de esa etapa un buen contragolpe manejado por Mareque, luego un centro de Montenegro y Núñez de cabeza fusiló al arquero, que esta vez rechazó justo con el pie. La respuesta fue del Lobo, quien a los 44' y 46' desperdició dos claras chances de gol.


El empate llegó pronto en la segunda mitad, porque a los dos minutos un centro cruzado otra vez entró al medio de los centrales, Gioda habilita a Neill, quien define frente a Assmann. A partir de ahí, Independiente dejó de atacar, salvo un cabezazo aislado de Núñez y una corrida de Pusineri. Porque a pesar de los cambios, tampoco se observa un rendimiento físico satisfactorio en los jugadores del Rojo, que no daban más en el segundo tiempo, y eran superados en todos los rincones de la cancha.

Messera, que jugó un partidazo, fue el conductor del Lobo, que tuvo al Rojo entre las cuerdas en varias, pero la situación que terminó de cerrar todas las expectativas de Gimnasia por irse con los tres puntos sucedió en dos jugadas, a los 38' y 47'. En la primera, dos veces consecutivas -primero Pusineri y luego Rodríguez- salvaron en la línea, y luego fue Messera quien definió mal con el arco libre.

Fin del partido, silbidos para Borghi y el equipo, y otra actuación decepcionante.

Emiliano Penelas

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