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En un partido que no tuvo buen fútbol pero resultó emotivo e intenso, Independiente mereció irse con los tres puntos. Superó ampliamente al rival, se mostró sólido en defensa y tuvo las chances más claras para convertir. El cero es mentiroso, y si bien nos aleja de la ilusión del campeonato, consolida la imagen de un equipo en formación.

Duelo de uruguayos: Rodríguez, la figura del Rojo, anula a Abreu

El partido que se jugó hoy en Avellaneda tenía todos los condimentos de una final. Un equipo que venía puntero, pero golpeado por haber quedado fuera de la Libertadores vergonzosamente, luego de perder con Boca, y con jugadores y cuerpo técnico cuestionados por su parcialidad. El otro, peleando desde abajo, recuperándose a un mal inicio de torneo y con cinco triunfos al hilo, pidiendo pista. Cancha llena, marco espectacular de público. Los dos jugaban con el resultado puesto del otro puntero, Estudiantes, que ayer había derrotado con dos hombres menos a su clásico, Gimnasia, en La Plata.

Así dadas las cosas, el primer tiempo resultó lo que en boxeo se denomina un round de estudio. Si bien River era quien más tiempo tenía la pelota, no lograba crear situaciones claras de gol y el Rojo, de contragolpe, sumaba gente en ataque y pinchaba donde le dolía al conjunto Millonario, sobre todo por la zaga central de la defensa y un flojo mediocampo que fue superado en todo el partido.

Assmann prácticamente no intervino en esa primera mitad, salvo por alguna jugada aislada de Abreu o Buonanotte, hábilmente desarticuladas por la solidez defensiva que exhibieron tanto Matheu como Guillermo Rodríguez, la figura del encuentro.

Mareque se mostraba siempre en proyección, y quizás queriando lucirse ante su ex club, jugó uno de los mejores partidos desde que está en el Rojo. En la zona de volantes, Pusineri realizó una gran entrega durante todo el partido, y Ledesma aportó quite y juego por los laterales. Machín y Fredes, imprecisos en la última puntada, esa que debe darse al llegar al área, no lograban abastecer a Denis, quien casi no recibió juego claro, mientras que Montenegro no pudo tomar la pelota y pasada la media hora de juego sufrió un golpe que lo dejaría en el vestuario en el complemento.

La jugada más riesgosa de esa primera etapa la tuvo en sus pies Pusineri (a quien le hacían un claro penal), luego de una serie de rebotes tras un corner la mandó a la red... hasta que Carrizo la encontró a mitad de camino sobre la línea. Todos gritamos el gol, lamentablemente no se concretó y empatados se fueron a los vestuarios.

En la segunda parte, sin Montenegro y con Sosa en su lugar, Independiente perdió sin dudas mucho juego. Fredes lamentablemente no se anima o no puede ser el armador, entonces el Rojo llegaba a los ponchazos, pero llegaba, y mucho más que River, que durante los primeros quince de esa etapa final prácticamente no pudo cruzar la mitad de cancha.

Ya a los tres minutos una mala salida de Carrizo posibilita a Sosa cabecearla por arriba y es Cabral quien la manda al corner. De ese tiro de esquina vino otra oportunidad en los pies de Rodríguez, capturando un rebote. Luego fue Machín quien, en lugar de tirar el centro atrás para Sosa, que llegaba de frente, prefirió el arco. Los reproches del 7 disgustaron a la hinchada, y comenzaría a mostrar que lamentablemente no sería la tarde del Chuco.

Luego de que River mejorara un poco con el ingreso de Ortega, el Rojo perdió más juego con la salida por lesión de Ledesma. Un cabezazo de Abreu salvado de manera espectacular por Assmann fue la señal de que el Rojo no podía descuidarse.


Sin embargo, los contragolpes eran cada vez más incisivos y de no ser por la escasa habilidad que mostró Sosa para definir otro hubiera sido el resultado. El delantero reaparecido con la llegada de Borghi se perdió, claramente, tres o cuatro ocasiones de gol cantadas, incluso una arrojándose debajo del arco, con Carrizo vencido, y tirándola afuera. La gente quería comérselo y seguramente él hubiera preferido caer en el foso del estadio de racing que una vez más quedó demostrado quién lo llena.

Vitti también dispuso de alguna chance desde afuera del área y generó algunas jugadas interesantes, como para ser tenido en cuenta, pero de a poco sobre el final del encuentro se fueron apagando las últimas chances de abrir el marcador.

Párrafo aparte merece la pobre tarea del árbitro Laverni, quien sólo se dedicó a "sacar el partido", sin decisiones que marcaran el juego, sin amonestar y dejando seguir de más cuando el juego brusco era notorio.

En definitiva, el empate no favoreció ni a River ni a Independiente, pero el Rojo de Borghi dejó en la cancha una muy buena imagen y satisfizo a la gente, que se fue con la tranquilidad de que el equipo había dejado todo para ganar.

Emiliano Penelas
Agradecemos la colaboración de Oscar Zavalegui

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