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Como en el rugby, tan de moda en estos días, Independiente tiró afuera la pelota, y con ello una oportunidad clarísima de afianzarse en la punta de la tabla, y esperar el sprint final luego del mini receso que se viene por los partidos de la selección.

Desánimo en el Rojo al finalizar el encuentro

Boca había perdido el clásico frente a River, y los Rojos podían ponerse a cinco del equipo de Russo, dejando atrás al resto. Claro que tampoco era fácil la visita a Rosario. También los Xeneizes dejaron allí tres puntos hace una semana. Pero la confianza de lograr un buen resultado estaba en la cabeza de todos.

Al principio, el partido era de ida y vuelta, y se abrió rápido el marcador, cuando Steinert , luego del centro de Ansaldi, puso el 1-0 para el local. Independiente no se durmió y salió a buscar el empate, que llegó sólo cinco minutos más tarde, en los pies de Montenegro, con un potente remate desde afuera del área.

Estaba animada la tarde en el Parque de la Independencia, y el Rojo llegaba también con Denis y un poco de Sosa, pero recibía contras peligrosas del equipo que ahora dirige Caruso Lombardi (cosas de nuestro fútbol, segunda vez en el torneo que lo tenemos que enfrentar, luego de vencerlo 1-0 en la cuarta fecha, cuando dirigía a Argentinos).

El empate parecía el mejor resultado, pero apareció el paraguayo Salcedo para anotar, casi al cierre del período, el segundo tanto de Newell's. Gran error de la defensa, dubitativa respuesta de Assman, 2 a 1 y a los vestuarios.

Desde el vestuario también fue la expulsión de Ansaldi, que a los cuatro minutos dejó a su equipoo con 10. Los muchachos de Troglio se le fueron encima a los rojinegros, que se abroquelaron atrás. La sensación era que el empate estaba al caer, y que venciendo esa resistencia podía incluso aparecer el tercero que pusiera el partido a favor.

Sin embargo, Villar se hizo figura y comenzó a tapar todo. Los tiros de Montenegro desde afuera del área, las entradas de Sosa en diagonal, las entradas de Denis. Todo fue detenido por el arquero de la selección paraguaya, que esfumaba los esfuerzos de Troglio por seguir incorporando jugadores al ataque. Si hasta Assman terminó yendo a buscar de cabeza sobre el final.

A pesar de todo, el resultado no se iba a modificar, y la tristeza y el desánimo era general. De nada servía ahora el consuelo de seguir en la punta por una nueva derrota de los rivales. Había que ganar y no se pudo.

Emiliano Penelas

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