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Esta última ha sido una semana para olvidar. A medias, podría decir algún optimista, pensando que contra Boca no se jugó tan mal. Del todo, sería la sentencia del pesimista que vio una pálida imagen frente a Gimnasia. Dos partidos, dos derrotas. La punta perdida jugando realmente mal el último encuentro. Hasta el mismo Pedro Troglio lo confirmó con sus declaraciones al término del mismo.
Señalábamos también en el comentario del partido contra Gimnasia que si a cualquiera de nosotros -castigados hinchas del Rojo que últimamente vamos a la cancha con la ilusión de que las cosas cambien por arte de magia y vemos que no nos vendieron la varita y perdimos al conejo- nos hubieran ofrecido un pacto que incluía dos derrotas y cuatro victorias al principio del torneo no hubiéramos dudado en aceptar. Claro que suena distinto el camino de Boca que empató y perdió en los primeros encuentros, y ganó los cuatro restantes, sin convencer, sin jugar bien y sin efectividad. Sin embargo, la prensa no dudó en titular respecto a la levantada del equipo de Russo. Lo mismo podría pasar si miramos al Vélez de La Volpe o al mismo Lanús, perdedor por goleada frente al Rojo en un partido vibrante por la primera fecha, y repuesto en los últimos cotejos, lo que le permitió acercarse al lote de arriba.
Cambia, todo cambia, y más en estos torneos cortos. Ya lo sabemos. Estamos en el primer tercio del campeonato, no debemos perder la paciencia, aún queda mucho por jugar, y tendremos que poner la confianza en un técnico que recién comienza y que, con errores y virtudes, ha sabido darle al equipo -al menos en los primeros cuatro encuentros y medio, digamos- un empuje distinto. San Martín de San Juan el sábado en el inodoro de la calle Mozart será una buena chance de ponerse nuevamente en carrera, pensar en cosas importantes y seguir con la ilusión de ver un fútbol acorde al estilo de Independiente.

Emiliano Penelas

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