En una nueva entrega de su columna "Jugar sin la pelota", Quique Larrousse reivindica el saludo histórico de Independiente.
"Buenos días tenga usted", dijo el hombre en tono ceremonial y su voz sonó grave en la mañana porteña. Su instructor hacía una semana le había encomendado: "tropiece, tosa o estornude, no deje el saludo formal de lado. Es costumbre de la casa". La casa es nada menos que el Gran Hotel Castelar, hito de la hotelería porteña ubicado en LA Avenida de Mayo al 1100. El Castela era hotel histórico en Buenos Aires, conocido por hospedar a importantes figuras. Fue inaugurado en 1929. Hospedó a presidentes, escritores, artistas, es recordado por su relevancia histórica. El ujier era nuevo en la lujosa entrada del Castelar y esperaba con orgullo a un huésped a quien soltarle su estudiado saludo. "Buenos días tenga Ud." Entre los saludos recuerdo reverencias de monarquía, recuerdo a Stalin besando al piloto Mólokov tras una expedición polar.
El beso en la boca más famoso del líder alemán Erich Honecker con Brezhnev en 1979 inmortalizado en el Muro de Berlín. Japón popularizó su reverencia. El Tibet originario saluda con la lengua fuera. Los saudíes con roce nervioso de sus narices. El toque de las frentes de los maoríes de Zelanda. Hasta el escupitajo al suelo del masai africano en deseo de buena suerte. El estruendo de un cañonazo para saludar a otro barco y el planeo de alas del caza de combate para saludar a otros.Todo vale para mostrar presencia de modo cortés y no lingüístico. Pero la cultura del saludo se conserva. Jamás será dada de baja.
Aquel 9 de septiembre del 64 la masa Roja desbordó la Dobre Visera. El once titular salió del túnel, caminó al centro del campo y fue ovacionado. El capitán del Rojo Jorge "Chivita" Maldonado, alineó a sus pares y dió un paso al frente. Levantó sus brazos en alto con las manos abiertas y saludó a su gente. La rubrica de la noche fue el gol inolvidable de Mario Rodriguez que selló el 1 a 0 al Inter de Milán. ¿Pero como nació el saludo? "La memoria es muy importante en la vida de las personas. Independiente fué más respetado que la seleccion. Esa etapa de gloria tuvo mitos fundantes y el saludo fue uno". Lo dice Miguel A. Santoro. "Se le ocurrió al profesor González García, quien nos hacia creer invulnerables. Los brazos en alto, símbolo ganador. Nos despertaba con Himno de Independiente y nos rompía los oídos con la melodía de la pierna fuerte y templada", dice Pepé. En la señal de protesta por las muy despiadadas críticas de la prensa hacia el equipo, las manos arriba demostraban que estaban limpias. Nada para esconder. La protesta se volvió un mito. Hoy es una historia que empuja al equipo a restaurar lo mejor. No es un ademán. Es el simbolo del conjunto de valores que supieron representar los de Avellaneda. Levantar los brazos, llevar el equipo a la eternidad y mostrar esos valores.
Hace más de cuatro décadas no lo hace. Camina lento. Va al centro del campo a levantar los brazos en señal inequívoca. No hay estadio repleto. Pero transita el césped con el aprendiz a su lado, la suerte de simbiosis por ser lateral izquierdo de pierna fuerte y capitán como él hace 40 años. Lo mira fijo, oye y aprende. La escena es en Domínico y Ricardo Pavoni transmite los detalles del mítico saludo a Nicolás Tagliafico. Saluda el capitán y el equipo detrás en fila exacta levanta los brazos al estadio. Ícono de la gloriosa era roja. Hace días se oyó a mentes torpes e irracionales, volcando en redes su bronca e insensatez supina. Exigiéndole a este empobrecido plantel rojo que ya no haga el saludo al entrar, por no ser merecedor de hacerlo. Incitados por un gris periodista deportivo de TV soltaron su inútil furia haciéndose eco del pedido. Como quien cree ser dueño de la verdad, tiraron ésto en redes, jóvenes que no conocen el origen de la gloria Roja. Decidí oponerme a este disparate porque conozco la razón de ser del saludo de los brazos en alto. Gesto que por el contrario, facilita, estimula, desafía, compromete y alienta al equipo a ganar. Parado en esa vibra histórica, decidí defender el saludo rojo con la firmeza y la razón que me asisten. Señores, el saludo es un símbolo de la búsqueda y el ánimo de triunfo y ni el más ignorante y poderoso de los influencers mediáticos tiene hoy algún derecho a bajarlo. El saludo no se toca. Espero les quede claro.
Quique Larrousse

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