En un partido sin mayores diferencias, un penal determinante de Laso inclinó la balanza a favor de Vélez y Aquino, luego de que Rey atajar a su remate, puso el único gol para eliminar a un Independiente sin alma de la Copa Argentina.
Dolor brinca, tristeza y al final resignación. Esto es Independiente, o mejor dicho esto NO es Independiente, pero es lo que nos acostumbramos a ver desde hace años.
Un equipo impotente, falto de fútbol, coraje y amor propio para al menos pegar el manotazo sobre la mesa y plantarse con lo que pueda. Ni eso puede. No alcanzó con haber empezado mejor, teniendo un par de situaciones e ilusionando a esos miles de hinchas que agotaron las entradas disponibles en cancha de Lanús.
De a poco Vélez lo emparejó y de a poco volvimos a ver al Independiente de siempre. El que no inquieta arriba, no se impone en el medio y muestra falencias abajo. Era muy pobre lo de Lucas González, flojito Santi López, nada de Ávalos. Solo Rey, y el empuje de Montiel, rompían la monotonía.
Hasta que en el segundo tiempo, casi al inicio, Joaquín Laso cometió un penal y todos volvimos a preguntarnos por qué juega él y no Pellegrino. A Aquino poco le importó y se hizo cargo del remate, que atajó Rey pero el rebote le volvió a quedar al ex Rojo y facturó el único gol del partido.
Desde ahí ya no hubo más ideas de Independiente, podrían haber se jugado dos partidos enteros que todos sabíamos que empatar era un imposible. Los minutos pasaron y como si diera igual, se terminó la historia de la Copa Argentina para el Rojo
Sabes lo difícil q es jugar solo Y los q te acompañan son blanditos. Cuánto desborda este equipo Cuantos pases gol. El apoyo de los volantes es pésimo y sin sorpresas.
Emiliano Penelas
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