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Con un penal inventado entre el juez y el VAR, Independiente cayó en Tucumán frente a Atlético por 1 a 0. El Rojo, que vistió de azul, mereció mejor suerte, pero volvió a carecer de ideas para concretar. Echavarría condicionó todo el desarrollo del juego.


En Tucumán vivimos una nueva función de lo que ya nos tiene acostumbrados este campeonato y este Independiente. Por un lado, un pésimo arbitraje que nuevamente perjudica al Rey de Copas. Por el otro, la poca capacidad futbolística que tiene el equipo de Zielinski para mostrar algo que ilusione con otro resultado.

Está claro que no se le cae una idea a Independiente, que no tiene plantel para torcer los partidos, y que generar una jugada de gol es casi un imposible. Pero si a eso le sumamos que el VAR llama al juez del partido para que vaya a ver una jugada intrascendente que ni los propios tucumanos reclamaron como penal, ya es demasiado.

Iba un cuarto de juego de un partido en el que se había jugado muy poco, Ostachuk rechazaba un balón cruzado y atrás aparecía un hombre del Decano que caía al piso. Pese a que no se observa falta ni roce voluntario en la jugada, Echavarría decidió cobrar penal que Estigarribia cambió por gol. 

Esa jugada al comienzo del juego arruinó todo lo que podía ser el resto del encuentro. Porque Independiente buscó, fue con las pocas armas que tiene, intentó con remates de media distancia de Ostachuk, Cauteruccio y el arrastre del Chaco Martínez por la izquierda. 

Está claro que no le alcanzó, que mereció empatar, que terminó los últimos minutos yendo a buscar lo que se pueda como se pueda, pero nada cambió en el José Fierro.

Emiliano Penelas  

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