Un japonés fundó una escuela de fútbol del Rojo en Asia y ya asisten 70 pibes. Apunta a formar jugadores que lleguen a la Primera.
A fines de 1945, las reverberaciones de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki todavía sacudían al mundo. Muchos japoneses huían de su tierra, arrasada después de la Segunda Guerra Mundial. En la diáspora, varios asiáticos recalaron en distintas partes del mundo. El abuelo de Yu Kawakubo desembarcó en la Argentina con su hijo de dos años. Posadas fue la ciudad que lo acogió. Allí consiguió trabajo y vivió junto a su hijo por 23 años. Cuando ambos decidieron emprender el regreso a su país, debieron dejar al amor de sus vidas: racing, el club del que se habían hecho fanáticos.
Yu nació 15 años después, en Japón. Su padre intentó transmitirle la pasión por la Academia, aunque él siempre fue un rebelde. En 1995, cuando Independiente le ganó la Recopa a Vélez en Tokio (1-0), estuvo en el estadio Nacional y decidió cometer el sacrilegio de ir contra la corriente familiar. Después de deslumbrarse con Gustavo López, el Palomo Usuriaga, Garnero y Burruchaga, se compró una camiseta del Rojo. Fue el comienzo de un romance que se afianzó con los años.
En 2015, Yu fundó una peña de Independiente en Japón. Y puso en funcionamiento una escuela de fútbol a la que concurren más de 70 chicos de distintas edades. Los pibes compiten en ligas regionales y han ganado títulos internacionales. Yu les proporciona la vestimenta roja con el escudo del club y los hace ver los partidos del equipo de Ariel Holan. Se entrenan durante toda la semana en la localidad de Miyokajima. El municipio de dicha ciudad solventa el proyecto, que apunta a transmitirles a los jóvenes los valores que inculca el deporte.
El fundador de la filial suele visitar Avellaneda varias veces al año. Tiene relación con los directivos de Independiente, ha ido al Libertadores de América a ver partidos y dialoga de forma frecuente con los técnicos de las Inferiores. Cinco juveniles formados por él han pasado las categorías menores del Rojo. “Quiero sacar un Kun Agüero japonés. Mi sueño es que uno de estos chicos llegue a la Primera de Independiente”, comentó Yu. Las fronteras son barreras que la pasión siempre supera.
Favio Verona
A fines de 1945, las reverberaciones de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki todavía sacudían al mundo. Muchos japoneses huían de su tierra, arrasada después de la Segunda Guerra Mundial. En la diáspora, varios asiáticos recalaron en distintas partes del mundo. El abuelo de Yu Kawakubo desembarcó en la Argentina con su hijo de dos años. Posadas fue la ciudad que lo acogió. Allí consiguió trabajo y vivió junto a su hijo por 23 años. Cuando ambos decidieron emprender el regreso a su país, debieron dejar al amor de sus vidas: racing, el club del que se habían hecho fanáticos.
Yu nació 15 años después, en Japón. Su padre intentó transmitirle la pasión por la Academia, aunque él siempre fue un rebelde. En 1995, cuando Independiente le ganó la Recopa a Vélez en Tokio (1-0), estuvo en el estadio Nacional y decidió cometer el sacrilegio de ir contra la corriente familiar. Después de deslumbrarse con Gustavo López, el Palomo Usuriaga, Garnero y Burruchaga, se compró una camiseta del Rojo. Fue el comienzo de un romance que se afianzó con los años.
En 2015, Yu fundó una peña de Independiente en Japón. Y puso en funcionamiento una escuela de fútbol a la que concurren más de 70 chicos de distintas edades. Los pibes compiten en ligas regionales y han ganado títulos internacionales. Yu les proporciona la vestimenta roja con el escudo del club y los hace ver los partidos del equipo de Ariel Holan. Se entrenan durante toda la semana en la localidad de Miyokajima. El municipio de dicha ciudad solventa el proyecto, que apunta a transmitirles a los jóvenes los valores que inculca el deporte.
El fundador de la filial suele visitar Avellaneda varias veces al año. Tiene relación con los directivos de Independiente, ha ido al Libertadores de América a ver partidos y dialoga de forma frecuente con los técnicos de las Inferiores. Cinco juveniles formados por él han pasado las categorías menores del Rojo. “Quiero sacar un Kun Agüero japonés. Mi sueño es que uno de estos chicos llegue a la Primera de Independiente”, comentó Yu. Las fronteras son barreras que la pasión siempre supera.
Favio Verona
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