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Aún con pocos minutos jugados, el Cebolla Rodríguez se convirtió en fundamental para Independiente. Juega, la pide, no se achica cuando le pegan y contagia a sus compañeros.


Mucho se trabajó su pase a mitad de campeonato. Que venía, que no, que se caía. Finalmente, y quizás como hace mucho no se daba, el Rojo cerró uno de los pases más importantes del mercado local asegurándose a Cristian Rodríguez. Un refuerzo de jerarquía, un jugador distinto que en pocos minutos (lo que su físico aún sin estar al 100% le permitió jugar) demostró por qué es indispensable.

El Cebolla juega, y mucho, cuando la toca, ya sea de primera o encarando a un rival, uno sabe que puede esperar algo distinto al resto. Y no sólo eso, sino que va siempre para adelante, exige a los rivales, contagia a sus compañeros y no se achica ante los muchos golpes que ha recibido ya en el corto tiempo en nuestro medio. La pide, le pegan, pasa a un rival, toca, vuelve a pedirla, no se esconde. 

Además, demostró por qué es el jugador uruguayo con más títulos en su carrera: tiene ambición, no vino a cumplir el contrato ni a florearse un rato en el fútbol argentino. Ojalá el esfuerzo personal ayude a generar uno colectivo, que el equipo tome eso que lleva adelante el Cebolla y le den muchas alegrías a Independiente.

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