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A los 79 años, el máximo dirigente de la FIFA puso su cargo a disposición y llamó a elecciones; la vida del hombre que controla al fútbol desde 1998.

ZURICH (DPA).- Joseph Blatter siempre escuchó los consejos del argentino Julio Grondona para mantener el poder en la FIFA, así que, seguramente, hasta el viernes pasado albergaba el mismo deseo que tenía su amigo: dejar el ente rector del fútbol mundial sólo cuando su cuerpo dijera basta. Hoy le dio la espalda a ese pensamiento yrenunció a la presidencia del organismo, a sólo cuatro días de haber ganado su quinta elección.

"íNooo!", dijo el suizo a la agencia DPA a finales de 2005 mientras caminaba por los jardines nevados de la sede de la FIFA en Zúrich. Él no tenía ninguna intención de estar tanto tiempo como su predecesor en el puesto de presidente, el brasileño João Havelange. "íVeinticuatro años!", añadió en un tono de meta imposible.

Sin embargo, cuando se despida formalmente del puesto, la cuenta personal marcará 17 años en el cargo y 40 en la FIFA. Tiene 79 años, tres menos que los que tenía Grondona cuando murió en julio de 2014 como jefe en activo de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y vicepresidente primero de la federación internacional.


"Cuando deje la FIFA será para ir al cementerio", dijo a DPA Grondona en el Congreso del organismo en San Pablo, apenas dos meses antes de fallecer.

Blatter siempre fue distinto a Grondona, cuya falta de talento cosmopolita lo mantuvo siempre en el segundo plano internacional. Carismático, simpático y cercano, el suizo ama las cámaras y la exposición. Domina cinco lenguas y le gusta utilizarlas.

Sin embargo, hay algo en lo que son hermanos: una personalidad abrumadora y un apetito por el poder que les hizo imposible preparar un sucesor. Por eso, parece no existir una persona que tenga la confianza plena del suizo para tomar el legado en el congreso extraordinario que designará al nuevo mandatario.

¿Qué quedará de la FIFA con la partida de Blatter? Pese a que ya se conoce su fecha de salida, nadie lo sabe. Ni él mismo lo sabe. En 2011, el suizo pidió la confianza de las federaciones para un último mandato. El viernes pasado, durante el congreso que le volvió a otorgar el cargo, fue menos concreto. Hoy, sólo más dudas. "Algunos dirán que llevo mucho tiempo. Pero qué es el tiempo, el tiempo es eterno. Y yo siento que el tiempo que llevo en la FIFA ha sido muy corto", sostuvo en alguna oportunidad.

Después de ser relaciones públicas de Turismo en su natal Cantón de Valais y dirigente de la Federación de Patinaje sobre Hielo suiza, Blatter llegó a la FIFA en 1975 como responsable de proyectos de desarrollo.

Havelange lo nombró secretario general en 1981 y 17 años después le entregó el asiento de presidente. En ese tiempo, el brasileño y el suizo hicieron de la organización una máquina de hacer dinero con la explotación de la Copa del Mundo.
 
 


Pero alrededor del juego florecieron los negocios turbios y la corrupción. Sus íntimos fueron cayendo escándalo tras escándalo, incluido el propio Havelange, pero él logró siempre salir indemne. No así su imagen pública.

"Es un dictador vitalicio", dijo de Blatter Diego Maradona. El helvético no tenía el afecto de las estrellas ni de los fans, pero él sabía donde estaba su fuerza, en lo que él llamaba la "universalidad del fútbol", es decir, un sistema en el que cada país tiene un voto, sea la pentacampeona mundial Brasil o la isla caribeña de Anguila, última en el ranking FIFA. "Ya no siento el apoyo de todos", dijo hoy, mientras anunciaba su salida del organismo.

Fuente: Canchallena.com

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