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Con todas las cicatrices que le dejó el agitado año, Independiente se está jugando las últimas fichas en la lucha por llegar a la próxima Libertadores. Ya no se puede analizar proyectos ni propuestas a largo plazo, porque lo que hay es lo que se visualiza en el campo de juego.

Un equipo que lucha contra sus propias carencias y ya casi no tiene materia prima para alimentar sus humildes sueños. En ese contexto, podríamos resaltar que se mereció ganar en Santa Fe pero Bologna siempre dijo que no. Y al mismo tiempo, podemos reconocer que el plan de juego colectivo sigue en el exilio.

Firme en su idea, Ramón mantuvo el flexible 4-2-2-2 que aplicó en las últimas semanas. En consecuencia, se repitieron las fallas y los aciertos que hemos analizado en múltiples ocasiones. La defensa se ha fortalecido con el Avispa y Milito como centrales, Pellerano es clave para aclarar en la gestación de juego y Defederico se reencontró con algo de su ex fútbol al pararse como mediocampista derecho.

Pero si vemos el rendimiento con el ojo crítico, urge recalcar el despilfarro de las bandas (no hay combinaciones fluidas entre volantes y laterales). Independiente siempre muere en el toque intrascendente porque, con excepción de las diagonales de Defederico, no tiene variantes. También se vuelve a reclamar por el exceso de oportunidades para Núñez y se pide la titularidad para el juvenil Benítez, que ya hizo más que Churín y Nieva con apenas dos partidos.

Godoy Cruz quedó a cinco unidades y aún se puede alcanzarlo. Para eso, habrá que seguir remando y aprovechar los dos partidos accesibles que se avecinan: Newell’s y San Lorenzo. A esta altura del año, sólo queda depositar la esperanza en la contundencia que maquille la ausencia de un circuito de juego. Ojalá alcance para coparse.

MR
TyCSports.com

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