Tarde/noche lluviosa, y el Rojo que se fue derrotado en tiempo de descuento. Independiente fue un poco más que Lanús, pero con pocas llegadas y escaso volumen de juego es difícil pedir más.
En una cancha rápida producto de la persistente llovizna (y por momentos lluvia fuerte) caída desde la noche de ayer, Lanús e Independiente jugaron un partido rápido, intenso por momentos, aunque con pocas llegadas al arco, el presagio indicaba que quien acertara se llevaría los tres puntos.
En el primer tiempo fue el Rojo quien tuvo las más claras, sobre todo viniendo de la velocidad de Marco Pérez, siempre inquietante, que clavó un tiro en el palo cuando quiso cruzarla con delicadeza. Su vuelta fue elegante y mereció ser gol, cuando todavía no se jugaba un cuarto de hora.
Independiente seguía careciendo de un armador, y sufriéndolo casi constantemente, cuando arriba se notaba que faltaba quien diera la asistencia final. Núñez imponía el físico, Defederico alguna que otra pelota, e Iván Pérez que no termina de aparecer. Entre las dudas, fue Pellerano quien con un remate desde larga distancia avisó a Marchesín.
El Grana tuvo la más peligrosa en un gran contragolpe de Silvio Romero, el que más inquietó a la defensa Roja, que llegó hasta el fondo y tiró el centro atrás. Gabriel Milito, a la corrida, desvió y la pelota fue directo al palo. Así terminaba el primer tiempo, y en el comienzo del segundo otra vez el Mariscal intervenía para sacar sobre la raya una pelota que Romero le había bajado a Carranza y el pelado tocaba sobre la salida de Assmann.
A pesar de que Schurrer intentó con cambios ofensivos, y Mohamed de puesto por puesto, el partido se pinchó y los dos técnicos parecían conformes con el 0 a 0, jugando lejos de los arcos, a una velocidad cansina.
Cerrando el partido, Hernán Fredes avisó desde lejos. Con tres corners tirados en los últimos cinco minutos, Independiente terminaba con una mejor imagen, pero en tiempo de descuento el uruguayo Mario Regueiro llegó otra vez al fondo y tiró el centro atrás para que, ahora si, Pavone le diera la victoria a Lanús.
Emiliano Penelas
En una cancha rápida producto de la persistente llovizna (y por momentos lluvia fuerte) caída desde la noche de ayer, Lanús e Independiente jugaron un partido rápido, intenso por momentos, aunque con pocas llegadas al arco, el presagio indicaba que quien acertara se llevaría los tres puntos.
En el primer tiempo fue el Rojo quien tuvo las más claras, sobre todo viniendo de la velocidad de Marco Pérez, siempre inquietante, que clavó un tiro en el palo cuando quiso cruzarla con delicadeza. Su vuelta fue elegante y mereció ser gol, cuando todavía no se jugaba un cuarto de hora.
Independiente seguía careciendo de un armador, y sufriéndolo casi constantemente, cuando arriba se notaba que faltaba quien diera la asistencia final. Núñez imponía el físico, Defederico alguna que otra pelota, e Iván Pérez que no termina de aparecer. Entre las dudas, fue Pellerano quien con un remate desde larga distancia avisó a Marchesín.
El Grana tuvo la más peligrosa en un gran contragolpe de Silvio Romero, el que más inquietó a la defensa Roja, que llegó hasta el fondo y tiró el centro atrás. Gabriel Milito, a la corrida, desvió y la pelota fue directo al palo. Así terminaba el primer tiempo, y en el comienzo del segundo otra vez el Mariscal intervenía para sacar sobre la raya una pelota que Romero le había bajado a Carranza y el pelado tocaba sobre la salida de Assmann.
A pesar de que Schurrer intentó con cambios ofensivos, y Mohamed de puesto por puesto, el partido se pinchó y los dos técnicos parecían conformes con el 0 a 0, jugando lejos de los arcos, a una velocidad cansina.
Cerrando el partido, Hernán Fredes avisó desde lejos. Con tres corners tirados en los últimos cinco minutos, Independiente terminaba con una mejor imagen, pero en tiempo de descuento el uruguayo Mario Regueiro llegó otra vez al fondo y tiró el centro atrás para que, ahora si, Pavone le diera la victoria a Lanús.
Emiliano Penelas
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