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Dentro de una mediocridad alarmante, el Rojo dejó escapar dos puntos muy valiosos ante Banfield. Por cuarta vez al hilo, el equipo se puso en ventaja aunque sólo contra Newell´s cosechó los tres porotos, y con goleada incluida. Luego terminó empardando frente a Quilmes, Godoy Cruz y ayer, aunque siempre sin poder liquidar el partido.

¿Por qué? Primero, por la mala definición en las pocas jugadas que se crean. La de Iván Vélez, quien hizo un jugadón, estará en el podio de todos los programas que se hacen un festín con yerros tan increíbles como el del colombiano. Después, ante rivales que pregonan el culto del antifútbol, si no tenés variantes, estás frito. Y si a eso le agregamos el siga-siga de Toia, ganar un partido será muy difícil. El árbitro obvió la mano grosera de Jonathan Gómez en un lateral de Mareque. Y los foules constantes de Barraza a Patito Rodríguez. Y que Dos Santos se cansara de bajar a Silvera y a Parra sin pelota. Tres casos de jugadores bien amonestados que el pito no se animó a echar.


Pero hay que seguir con esta lucha de sumar puntos. Siete sobre 21 posibles en este Clausura, es muy poco. Nada, se podría decir, porque el promedio no mejora y sólo se sube en esa maldita tabla por malos resultados de los otros. Además, el plantel cada vez está más diezmado y el recambio no es el ideal. Con Gimnasia a la vista, los muchachos saben que se jugarán una final y que, de salir airosos, ganarán en tranquilidad en el torneo local. Los antecedentes dicen que los equipos complicados con el promedio al Rojo le cuestan y que sólo venció al Lobo esta temporada. Como así también que en La Plata no se festeja desde el gol de Mazzoni en 1995. Ahora el Turco tiene un par de días para mentalizar a la tropa. Porque el viernes hay que empezar a ganar.


Beto Tisinovich Diario Olé

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