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Cuando asumió Antonio Mohamed en Independiente, el equipo estaba a la deriva, sin una identidad futbolística, pero aun con discrepancias el DT supo armar un equipo "lógico": un esquema adaptado a las características de sus jugadores. Fue campeón de la Copa Sudamericana, aunque en el Apertura 2010 finalizó último. Mohamed ve bien el juego, no teme pegar volantazos tácticos si el partido le pide un movimiento y sabe hasta aprovechar las lesiones para hacer una doble jugada , como el ingreso de Patricio Rodríguez por Maxi Velázquez ante la lesión tempranera del ex Lanús frente a Deportivo Quito, en Avellaneda. Tampoco le tiene miedo a la autocrítica, ya que fue capaz de reconocer que se equivocó en un cambio ante Vélez. Se le elogia su pizarrón en las jugadas preparadas, y es cierto: Independiente hizo 10 de los 23 goles en el ciclo Mohamed de pelota parada , varios de ellos de laboratorio y que le significaron la vuelta olímpica internacional. Otros fueron clave para el 2 a 2 ante Vélez, por la 1a fecha del Clausura. Sin embargo, el mayor mérito del DT es cómo trabaja las pelotas paradas frontales en defensa.


¿Por qué? Los tiros libres se transformaron, en los últimos tiempos, en más del 30% de los goles de un campeonato. Hay equipos que no esperan una falta a favor cerca del vértice del área, sino que una infracción ya pasando el círculo central es utilizada como "envío al punto penal". El que lo sabe aprovechar tiene un plus, porque la sola sanción de la falta ya le genera una preocupación extra al rival, y el que no lo sufre se queda sin un elemento importante para convertir en un fútbol donde domina más el cerrojo defensivo que el atrevimiento ofensivo.

En defensa, muchos técnicos afirman que los tiros libres frontales o laterales son jugadas dificilísimas de neutralizar. ¿El arquero debe salir? ¿Debe quedarse? ¿Dónde debe pararse la última línea? Son gustos. Pero Mohamed tiene la receta y sus jugadores la aplican con admirable concentración. La orden es "nadie se mueve". Se paran lejos de Hilario, sobre la línea del área grande, y no se dejan llevar por el "temor" a que un rival les gane la espalda. En esa pulseada de quién pica primero, gana siempre el rival, lo que implica que queda en... offside. Es cuestión de seguir a la línea defensiva para ver lo bien que lo hacen; no se van metiendo contra su arco, como hacen todos. Y así le dejan, además, espacio para que el arquero salga al punto penal sin obstrucciones y sea él el primer responsable directo en despejar o atrapar la pelota.

Frente a Argentinos, en el 0-0 en la Paternal, Independiente jugaba mal y su medio campo no paraba de hacer foules. Así fue que entre los 9 y los 25 minutos los dirigidos por Troglio contaron con 5 situaciones de pelota parada frontal , a cargo de sus ejecutores Bogado (diestro) y Pablo Hernández (zurdo). ¿Qué sucedió? En la 1a, contuvo Hilario; en la 2a, quedaron en offside Niell, Salcedo y Gentiletti; en la 3a, cabeceó Gentiletti en el segundo palo, pero en offside. En la 4a, el envío fue corto y rechazado de cabeza por la defensa roja y en la 5a, el tiro libre desde la izquierda de Hernández encontró en soledad a Salcedo y otros dos jugadores, todos en offside.
Independiente no tira el achique. Sostiene su línea defensiva y juega con la desesperación del rival, que se mete solo en posición adelantada. Defendiendo así, a Independiente sólo le hicieron un gol de pelota parada frontal : Tula, de San Lorenzo, pero ahí el que falló fue el juez de línea. Tula estaba en offside.

En el juego, el equipo está en deuda. Le cuesta muchísimo generar situaciones de gol y más aún convertir. Al margen del mérito puntual de Mohamed en cuestiones específicas de laboratorio, el plantel rojo se siente preocupado por la situación.

Por Christian Leblebidjian
DT egresado de la Escuela Nicolás Avellaneda
Diario La Nación, martes 22 de febrero de 2011

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