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Pese al fracaso en el torneo, el balance no deja de ser positivo.

Independiente alcanzó todos los objetivos fijados en el detrás de la escena. Cuando arrancó la temporada, las coordenadas internas dirigían la empresa deportiva a lograr una buena cantidad de puntos para consolidar el promedio debilitado por los apenas 39 puntos cosechados en 2008/2009 y promover a algunos juveniles para reactivar el mercado de pases en busca de los dólares que siguen haciendo falta para terminar el Estadio (los optimistas dicen que alcanza con cinco millones más de los 35 que se llevan gastados) y para hacer frente a la convocatoria de acreedores. El pasivo, según datos oficiales, ya supera los 165 millones de pesos.

Y estos objetivos se alcanzaron y con el bonus de la clasificación a la próxima edición de la Copa Sudamericana que se iniciará en agosto. Porque ya se lograron 64 puntos (una buena base para aspirar también a la Libertadores de 2011) y porque se logró poner en vidriera a juveniles como Adrián Gabbarini y Leonel Galeano (también Julián Velázquez) como para llamar la atención del mercado europeo dispuesto a realizar ofertas considerables por ambos.

El fracaso fue en el terreno de la ilusión, y los sufrieron los hinchas que, después de mucho tiempo, se vieron muy cerca del reencuentro con la gloria perdida.

Mientras tanto, el club debe resolver la continuidad de su entrenador, Américo Gallego, quien quedó tambaleando en su cargo después de tomar varias decisiones impopulares que coincidieron con sucesivos desencantos del equipo en su pelea por mantener encendida la llama de su esperanza. Porque los reclamos y críticas a Gallego, de parte de la gente (más allá de lo que muchos sostienen), empezaron mucho antes de la racha de resultados adversos que dejaron a Independiente afuera de la pelea.

La marginación inexplicable de sus planes de Gracián, incluso después de haber sido la figura en el mejor partido jugado por el equipo (con gol de media cancha incluido), la insistencia por ubicar a Patito Rodríguez como carrilero sobre la izquierda, la ratificación como titulares de jugadores de bajo desempeño como Gandín y Fredes, coronado por la exclusión de Leonel Núñez (a 20 minutos del final) la figura del partido que le permitía a Independiente defender su última chance de ser campeón, fue un cóctel explosivo que desparramó esquirlas de desencanto.

En el caso de Núñez, es cierto que el propio jugador pidió el cambio, pero no fue por una cuestión física, por lo que el entrenador debió hacer valer su criterio y voz de mando en favor de los intereses de Independiente. También es cierto que el equipo perdió varios goles después de ese cambio, pero eso no amortigua la responsabilidad del técnico, quien con la variante (Vallés por Núñez) dio un claro mensaje para propios y rivales de su intención de replegarse.

Las horas hicieron que los decibles bajaran, Gallego pidió disculpas y si bien en un momento se sintió olor a ciclo cerrado, cuando la plana mayor miró el horizonte advirtió que la alternativa que manejaba hace un tiempo ante una eventual salida del Tolo (cuando se habló de una oferta del exterior) era la de Ángel Cappa, a sugerencia del manager Menotti. Pero River le ganó de mano y, ese detalle, probablemente le extienda el crédito a Gallego en el Rojo.

Pablo Vignola
Diario Popular, jueves 13 de mayo de 2010.

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