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Reproducimos la columna de Juan Pablo Varsky en el diario La Nación.

"Los tiempos del negocio se han devorado a los tiempos del fútbol", le dijo a Olé César Luis Menotti en diciembre de 2007. No fue ni la primera ni la última vez que el hombre que más sabe de fútbol en la Argentina se refirió a esta cuestión. Hoy es el manager de Independiente, líder del Clausura. Si bien sus resultados son mejores que sus rendimientos, el Rojo va primero porque decidió respetar los tiempos de un equipo. Américo Gallego volvió a Avellaneda en abril de 2009. Su segundo ciclo comenzó con una estrepitosa caída ante Lanús por 5 a 1 en la octava fecha del Clausura. Tolo se pasó todo ese campeonato cambiando jugadores y exponiéndolos ante la prensa con declaraciones del estilo "no me hacen caso". Terminó 16º y fue el equipo más goleado, con 36 tantos. La pésima temporada, que había comenzado con Claudio Borghi en el banco y había tenido el último interinato de Santoro, obligó a la dirigencia a hacer profundos cambios en el plantel y en la gerencia futbolística. La renovación fue drástica. Gioda, Rodríguez, Federico Higuaín, Ríos, Ledesma, Depetris, Calello, Centurión, Oyola, Carrizo, Vitti, Pepe Moreno y Luna fueron transferidos o liberados. El entrenador pidió refuerzos. Llegaron el zaguero Matheu, los mediocampistas Acevedo, Busse y Piatti, y el delantero Silvera.

El 7 de julio pasado, Menotti asumió como manager. En su primera charla con el DT, le aseguró que no quería su cargo. Entre los dos, potenciaron su vínculo con las divisiones juveniles. Promovieron al arquero Gabbarini y al defensor Galeano. Otros chicos como Mancuello, Vittor y Rodríguez se incorporaron definitivamente en la rotación. Gracias a la sensatez de Menotti y, sobre todo, por su propia tenacidad, Mareque evitó el descarte. Se armó un equipo bien diferente del anterior. Gallego no pudo evitar las declaraciones explosivas contra sus jugadores después de una derrota, pero logró que esta nueva versión tuviera funcionamiento y momentos de muy buen juego. No le alcanzaron para salir campeón. Terminó cuarto con 34 puntos, a siete de Banfield. Se había armado para el título y no había cumplido con su objetivo.

Sin embargo, nadie se enloqueció. Ni la dirigencia ni el manager ni el entrenador. No desarmaron el equipo. Los regresos de Fredes y Herrón enriquecieron el plantel. Vallés llegó para reforzar la defensa. La contratación de Gracián atendió la necesidad del equipo, que no contaba con un jugador capaz de dar el último pase en los metros de la verdad. Para ratificar esta apuesta por la continuidad, hay un dato demoledor. Comparando los dos partidos contra Chacarita de esta temporada, encontramos nueve apellidos repetidos en la formación titular: Gabbarini, Vella, Galeano, Mareque, Piatti, Acevedo, Busse, Gandín y Silvera. En el Apertura 2009, jugaron Matheu y Gómez, hoy no disponibles por lesiones. Tuzzio y Fredes ocuparon sus lugares en el partido del sábado pasado. Hace un año, Darío Gandín era candidato a la venta y al linchamiento. Hoy es el capitán del equipo. Nadie sabe si Independiente será campeón, pero hay una certeza: el club ha gestionado con paciencia y con criterio para llegar a tierra prometida.

El miércoles pasado, Real Madrid quedó eliminado en los octavos de final de la UEFA Champions League por sexta temporada consecutiva. El gol de Pjanic le permitió a Lyon dar el gran golpe. "Chau Pellegrini", tituló Marca . Tres días antes, el mismo diario había publicado en su portada que este Madrid era el mejor de los últimos 15 años. El principal artículo de El País apuntaba a que "el dinero no compra títulos". El lunes anterior, se había conmovido con la épica remontada ante Sevilla. Cierto es que el proyecto de Florentino Pérez ha recibido un palazo con la prematura despedida de Europa. Y que ya venía de comerse el cachetazo por la Copa del Rey contra Alcorcón, de la tercera categoría del país.

La frustración de la Champions, cuya final se jugará en el Bernabéu, merece un análisis mucho más profundo que "el dinero no compra títulos". Debe incluir el aspecto psicológico (cuando algo se repite con frecuencia no podemos hablar de azar), el flojo partido de ida en Gerland, las oportunidades perdidas en el Bernabéu y, fundamentalmente, el bravo rival que supo cambiar a tiempo. La prensa eligió otro camino. Se instaló la versión del despido del DT. Se escribieron historias sobre una supuesta mala relación entre Cristiano Ronaldo e Higuaín. Gonzalo no se mostró certero ante los franceses y en una situación de gol prefirió definir a pesar de que el portugués estaba mejor ubicado. Fue suficiente para la construcción de un relato que dejó mal parado al delantero argentino. Pipita reaccionó como crack que es y marcó tres goles el rotundo triunfo ante Valladolid. La televisión lo buscó en cada celebración para ver si se saludaba o no con CR 9. Se abrazaron, por supuesto. Pero el tema ya está "instalado" por los medios y no habrá manera de desactivarlo.

Florentino Pérez gastó más de 250 millones de dólares en este nuevo proyecto como presidente del club. Se garantizó el centro de atención con los fichajes de las superestrellas Cristiano Ronaldo y Kaká. Pero Real Madrid también incorporó futbolistas de "clase media", complementos necesarios para el armado de un equipo. Se sumaron Xabi Alonso, Albiol y Arbeloa. Rescató de otros equipos a Granero y a Garay. La renovación se completó con las salidas de Cannavaro, Heinze, Saviola, Robben, Sneijder y luego Van Nistelrooj. Florentino quería para el cargo de entrenador a Mourinho o a Wenger pero terminó pagando una indemnización de cinco millones de euros para que Villarreal liberara a Pellegrini. El ingeniero no influyó en la conformación del plantel. De hecho, él quería retener a Sznajder.

Con semejante álbum de figuritas, el Madrid ya era campeón antes de empezar la Liga para buena parte del periodismo. La chequera no garantiza el éxito inmediato y los tiempos del fútbol no son los tiempos del negocio. Pero pelea la cada vez más desigual liga española contra el mejor Barcelona de la historia. Ganó todos los puntos de local, lleva ocho victorias consecutivas y ha marcado 71 goles. Tiene funcionamiento y su identidad es reconocible. El sistema de 4-3-1-2 le ha puesto orden a sus nombres propios. Le gusta el vértigo y el intercambio de golpes. Los refuerzos le han dado valor agregado. Albiol, Garay y Arbeloa han contribuido para que esta defensa sea, estadísticas mediante, la mejor del Madrid desde 1988. Casillas ataja una pelota cada media hora, el registro más bajo desde que debutó en primera. Xabi Alonso es el conductor del equipo, que sufrió su ausencia en la revancha ante Lyon. Reconvertido en delantero de toda la cancha, Cristiano tiene un promedio de un gol por partido. La política de contrataciones ha sido acertada. Solamente Kaká no ha entrado en sintonía. Criticado y deprimido, le cuesta sentirse importante en esta idea. Acostumbrado a hacer jugar a sus compañeros, se encuentra con otra estrella que se fabrica sus propias situaciones y no necesita un pasador. Xabi Alonso le dicta el tempo veinte metros más atrás. El lateral Marcelo se entiende a la perfección con Higuaín y es el jugador con más pases gol del equipo, que ha jugado bien sin el brasileño.

Pero el Madrid puede perder la liga ante el Barça y así quedarse sin títulos en esta temporada. La palabra fracaso será la más leída y escuchada. Pedirán cabezas y refuerzos. "El fútbol no es asunto de comprar y vender. Es una construcción compartida. Trabajar y crecer juntos plantel y entrenador". Ojalá que ante esa hipótesis de guillotina, Florentino lea esta frase del gran Arséne Wenger. O la del Flaco Menotti, con la que empieza esta nota.

Juan Pablo Varsky
Diario La Nación, lunes 15 de marzo de 2010.

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