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Jugó, sufrió, luchó, reaccionó y venció a Estudiantes. En el día de su gol 5.000, Independiente mostró su riqueza ofensiva y es uno de los líderes.

No hay dudas de que a Estudiantes le interesa más intentar otra aventura feliz en la Copa Libertadores que atender a este torneo Clausura. Se sabía. Pero no se esperaba una movida de equipo tan rápida y total en la cuarta fecha del campeonato. Después del fácil triunfo ante el Juan Aurich peruano por la Copa, Alejandro Sabella, el técnico, decidió guardar a todos los titulares para el partido del jueves ante Alianza Lima, de visitante, y formó un equipo alternativo para enfrentar a Independiente en su cancha. La historia del irregular partido de ayer dirá los suplentes platenses le dieron un susto al equipo que pergeñó el Tolo Gallego. Porque alcanzaron un empate parcial tras ir perdiendo 2-0 y durante ocho minutos enmudecieron al flamante semiterminado estadio de Avellaneda con algunas aproximaciones hasta que Ignacio Piatti -de buen segundo tiempo- marcó el tercero, a los 34, con una preciosa definición con cambio de pierna y giro, con la pelota en el aire, tras un centro de Vella y la habilitación del Pato Rodríguez de cabeza. Para aumentar la importancia de ese gol quedó afirmado, además, como el número 5.000 en la historia de Independiente.

Tiene una característica nítida el nuevo estilo que Gallego quiere imponerle en su equipo: voluntad ofensiva para torcer el marcador. Y mucho más en los segundos tiempos cuando las circunstancias obligan a extremar la audacia. Porque había conseguido sacar ventaja sobre el final de la etapa a partir del olfato goleador de Andrés Silvera. Mancuello aprovechó un error en un pase de Maxi Nuñez y le sirvió la pelota para que definiera con calma y remate cruzado.

Ganaba Independiente al comienzo del complemento pero con mucho esfuerzo. Porque era un rival incómodo Estudiantes. Presionaba en todos los sectores e impedía el juego fluido del rival. Sabella mandó al campo a Cristian Gaitán por Carrusca, el único proveedor de Leandro González, el solitario punta, buscando más movilidad ofensiva. Pero al margen de algunos errores defensivos -de Tuzzio y de Vella-, Independiente tenía una carta valiosa en el tridente de ataque (con Piatti y Gandín) en el que Silvera era pieza clave. El lanzó el centro para que Piatti cabeceara cruzado y la pelota diera en el palo derecho del arco de Albil. Y fue él quien le abrió la pelota a Gandín para que marcara el segundo tanto. Suficiente para transformarse en figura.

Todo parecía a gusto de Independiente. Pero enseguida descontó el trajinador Maxi Nuñez tras ganarle la pelota a Galeano. Gallego los hizo ingresar a Gracián y a Patricio Rodríguez por Busse y por Mancuello. Entonces, quedó más reforzada la idea ofensiva. Pero quedaba cierta descompensación en el sector de retaguardia. Y se notó cuando González habilitó a Morales Neumann (había ingresado por Hoyos para componer con González y Gaitán un triplete de ataque) quien se fue sin marcas para enfrentar y vencer la oposición de Gabbarini.

Duró un rato el susto, está dicho. Se replegó un tanto Estudiantes. Bajó Gaitán como marcador derecho y el reaparecido Angeleri (después de nueve meses) se corrió hacia el medio de la defensa. Y empezó a machacar Independiente. Con algunos aciertos de Gracián, el crecimiento de Piatti, y algunos buenos encuentros entre ellos, más Gandín y Silvera. Hasta que se dio el tercero con la exquisita definición de Piatti, quien -por su pasado en Gimnasia- pareció disfrutar más la conquista.

Gallego no quiso más problemas. Se conformaba con la exigua victoria y por eso lo reemplazó a Silvera con Vittor, volante de contención. Y así llegaron al final que lo ubicó a Independiente bien arriba en la tabla. Y le terminó cobrando a Estudiantes el precio de no jugar con su mejor repertorio. Gallego cree que puede dar pelea por el título. Sabella ya eligió la Libertadores. Aunque se sabe que este fútbol de hoy no está libre de sorpresas. En ningún momento.

Horacio Pagani
Clarín, lunes 15 de febrero de 2010

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