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Independiente derrotó a Boca en La Bombonera luego de trece años y se quedó con los cuatro clásicos jugados como visitante. Los goles de Silvera y Piatti, para enmarcar.

Primero hay que saber sufrir, y cómo se sufrió. Qué manera de sufrir, pero el resultado bien lo justificaba. Trece años hacía que el Rojo no ganaba en La Bombonera, y el año de los clásicos ganados de visitantes tenía que terminar así, rompiendo otra racha y llevándose los cuatro. Poker de ases para Gallego y sus muchachos.

El Rojo comenzó haciendo un planteo inteligente, dejando que Boca jugara con su desesperación ante su público y atacándolo de contra, con las corridas de Martín Gómez, a veces atolondrado pero siempre preocupante. Justamente por su lateral vino, a los 25', un centro preciso para que Silvera, que ya había tenido una de cabeza, se tire en tijera y deje sin reacción, a contrapierna, al Pato Abbondanzieri, y ponga el 1 a 0.

Desde ese momento, el Xeneize comenzó a imponerse más por prepotencia que por juego, y favorecido por una defensa que cometió muchos errores en esa primera etapa, casi tantos como los que cometieron los delanteros de Boca al definir.

Gaitán era la manija de Basile, y Acevedo no agarraba la pelota en el Rojo. Por suerte Insua estaba más preocupado en lucirse ante su ex equipo que por dar fútbol al suyo, y Gandín trataba de bajar a dar una mano defendiendo. Así se fueron los primeros 45 minutos.


En la segunda parte Gallego dispuso el ingreso de Piatti por Mancuello, que se fue lesionado de La Bombonera. El ex Lobo tendría una participación estelar. Pero antes, el aluvión boquense se vino sobre el arco de Gabbarini, que debió soportar una cantidad incontable de corners desde ambas esquinas. Matheu, otro de los que mejoró mucho el nivel en la segunda parte, debió irse a su casa con chichones en la cabeza.

No obstante, la cancha inclinada hacia el arco de Independiente, casi sin atacar en los primeros momentos y Mouche, reemplazante de Viatri, que a los 10 minutos empataba la historia. El acoso de Boca siguió y la fortuna del Rojo también. Palermo, en una sequía de goles importante, tampoco pudo con la valla de Gabbarini.

El cambio en el partido vino a los 30', con la salida de Gaitán. Sin él, Boca perdió la pelota y de a poco el Rojo comenzó a animarse a más. Patricio Rodríguez aportó algo de frescura y rapidez al ataque, Acevedo se hizo dueño de la mitad de cancha y Busse preocupó con su ida y vuelta. La cosa empezaba a cambiar de color, el Patito pegó un tiro en la base del palo ante la mirada atenta del Pato, y se empezó a creer que si en una de esas alguien frotaba la lámpara el triunfo era posible.

Y ahí apareció el hombre del gol y las asistencias para poner un pase a lo Kaká: Andrés Silvera recibió en la media luna una muy buena combinación de tiki-tikis y como el brasileño, sin mirar, se la dio servida a Piatti para dejarlo sólo frente a Abbondanzieri, amagarle y tocar al arco vacío. Iban 42' del segundo tiempo y aunque hubo que sufrir un rato más, la historia estaba liquidada.

Emiliano Penelas

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Sergio dijo... 6 de diciembre de 2009, 2:36 a.m.

Te dije o no te dije que le ganábamos a los bosteros ¡que alegría! Igual el clásico que mas disfruté fue contra River, ¡esa espina estaba profunda!

La Caldera del Diablo dijo... 6 de diciembre de 2009, 3:53 a.m.

Y bueno, este año nos sacamos las dos. A pensar para adelante, abrazos

Emiliano!

castillo dijo... 6 de diciembre de 2009, 3:57 p.m.

EMILIANO MUI BUENOS TUS POSTEOS