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El Rojo volvió a dejar pasar la oportunidad de prenderse entre los de arriba y viene de varios partidos con alzas y bajas.

Tras el empate ante Chacarita en el último encuentro jugado en cancha de Lanús, una charla entre colegas en el vestuario de la Fortaleza, esperando por las declaraciones de los jugadores, derivó en que quizás ése haya sido el verdadero Independiente, y no el que pocos días antes había vencido a River en el Monumental pudiendo haberle inflingido una goleada histórica.

Una semana más tarde, el Rojo caía sin atenuantes en Rosario, ante los pibes de Central, y volvía a dejar pasar la chance de acercarse a la punta del Apertura. En medio de un torneo irregular, la vuelta al Libertadores de América frente al líder del campeonato hizo que la victoria conseguida por el equipo de Gallego ante Colón (sufrida, peleada) nos pusiera nuevamente a tiro.

Sin embargo, en el Viaducto se desperdició otra chance más. Arsenal, condenado a pelear todo el año con el promedio del descenso, casi sin delanteros y con un equipo diezmado, complicó a un Independiente que volvió a perder el rumbo futbolístico y tuvo graves falencias defensivas y casi no pesó en el ataque.

Con la derrota, los seis puntos que separan al Rojo de los sólidos líderes (Newell's, con quien ya jugó, y Banfield, a quien enfrentará en la 15º) parecen demasiado cuando los últimos resultados no hacen presagiar una racha encendida de victorias, que es lo que necesitará para volver a prenderse, en la última chance que le queda por sumarse.

Emiliano Penelas

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