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Independiente había jugado un buen primer tiempo, y Colón no lo había atacado. Sin embargo, en el segundo Mohamed entendió que el juego pasaba por ganarle el mediocampo a un Rojo debilitado por los cambios, y se terminó quedando con una victoria merecida.


Américo Gallego planteó el partido sumando gente del medio hacia arriba, apostando a la movilidad de Mancuello, el aporte improvisando de Machín como cinco y el juego que pudieran generar Montenegro y Ríos asistiendo a Mazzola y Sosa, la dupla de ataque.

En los primeros 45 minutos la cosa salió bien porque el Toti estaba inspirado y suplía todo lo que al Rolfi le salía en cuentagotas. Mancuello iba y venía por su lateral, y si bien no llegaba con demasiada claridad, tuvo algunas jugadas claves que pudieron abrir el marcador, como un tiro cruzado de Montenegro o algún remate desde lejos de Ríos.

Además, durante la primera mitad hubo un gran aliciente: Colón no atacó. Como si hubiera decidido esperar y dejar venir al Rojo, el Sabalero de Mohamed relegó la tenencia de la pelota, ocultó el fútbol y no quiso ser protagonista del encuentro, desdibujando toda la imagen que del probable puntero se tenía.

Sin embargo, todo empezó a cambiar en el segundo tiempo, donde los cambios terminaron de desarmar al equipo y el visitante planteó otra estrategia de juego. Hay que decir que ninguno de los que ingresó estuvo a la altura de los reemplazados, y se notó mucho en el rendimiento de un equipo que desde hace mucho padece en el complemento.

Higuaín no hizo el trabajo de Mancuello, ni Gandín el de Mazzola. A los dos se los vio faltos de tiempo, ritmo y precisión. Para peor, Sosa, que no había jugado una mala primera parte y un minuto antes de salir estampó un tiro en el travesaño, también debió abandonar la cancha con una molestia.

Si a eso le sumamos que Montenegro dejó de jugar y Ríos volvió a empecinarse con el jugador de papi que muchas veces parece ser, entonces el combo empezó a ser ideal para que Colón creciera futbolísticamente y comenzara a creer que podía irse victorioso.

El partido se hizo de ida y vuelta y Assmann comenzó, de a poco, a convertirse en el mejor jugador de Independiente, evitando primero un cabezazo de Fuertes, luego otro en contra de Moreira, pero también saliendo a cortar centros, anticipando los ataques y siendo el más claro a la hora de salir jugando.

Tiro de Sosa al travesaño

Sin embargo, la ley del ex se cumplió y uno que nos tiene alquilado de hace rato es el Bichi Fuertes, el goleador eterno del Sabalero que terminó metiéndola a los 32', tras un grosero error en la salida del Toti Ríos, perdiendo la pelota cerca del área, y sentenciando un partido que hacía rato el Rojo sentía imposible de ganar.

Una derrota más, esta vez rompiendo el invicto como local y haciendo pensar que el sube y baja en el que está metido Independiente es implacable.

Emiliano Penelas
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