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Tras un primer tiempo muy malo, Independiente salió a jugar el segundo con otra actitud, llegó al empate y era muy superior a Estudiantes. Borghi se equivocó en los cambios, mandó el equipo demasiado atrás faltando todavía más de 20 minutos, y en un descuido defensivo el Pincha lo ganó y forzó los penales, donde ellos no fallaron.


La sensación, más que dolorosa, fue que Independiente no mereció perder el partido ni quedarse afuera de la Copa Sudamericana. Pero lo que más atormentará a los hinchas es que el partido estaba para nosotros, y fuimos quienes dejamos escapar la chance.

El primer tiempo fue muy pobre lo del Rojo, en la línea de lo que dejó la victoria del viernes pasado ante los tucumanos. Para colmo, ni siquiera se pudo aguantar el embate con que Estudiantes, de local y con casi toda la cancha a su favor, salió a buscar el gol que necesitaba para estar tranquilo. Y lo consiguió a los ocho minutos de juego, a través de una buena combinación entre Verón, Angeleri y Gastón Fernández, el delantero pretendido por Independiente en el receso y que finalmente recaló en el León.

El equipo de Borghi no salía de su asombro, continuaba impreciso en el manejo de la pelota, no generaba peligro hacia el arco de Andújar y la noche platense se hacía cada vez más negra, hasta que Pompei marcó el final de los primeros 45, lo que resultó poco menos que un alivio.

En la segunda mitad la actitud cambió. El ingreso de Gandín por Moreira hacía prever otra actitud, más ofensiva, y así se dio. Independiente tuvo un comienzo de tiempo excelente y fue la otra cara de la moneda. A los dos minutos nada más, un centro preciso de Ledesma le llega a Gandín, que entrando por izquierda se la baja al centro a Núñez, que un poco pasado en la línea del área chica, define de chilena para empatar el partido.

No se quedó ahí el Rojo, sino que mantuvo la presión y hasta pudo ponerse en ventaja. Independiente dominaba esa parte del partido con muchos toques, ritmo, precisión y temperamento, empujando al local hacia su propio arco.


Pero, acá empiezan los peros en esta historia, cuando parecía que el juego estaba controlado, Borghi hizo dos cambios demasiado conservadores, teniendo en cuenta el rival, uno de los mejores equipos de los últimos tiempos del fútbol argentino, y que se estaba jugando una eliminación delante de su propio público.

Centurión y Calello fueron quienes ingresaron cuando mejor jugaba Independiente por sus dos delanteros, Higuaín y Núñez. El Bichi metió los cambios en menos de dos minutos, a falta de 26' y 24' para el final... y el que se pinchó fue el equipo que anoche vistió de blanco. Nada quedó de ese juego, sino tirarse atrás a esperar que el tiempo se consuma. Gracias al titán que resultó Pusineri en el medio -el Mascherano del Rojo, por momentos- a Independiente le salieron bien las cuentas hasta casi el final del partido.

Porque a cuatro de terminar el encuentro un centro tirado por Moreno y Fabianesi desde la izquierda encontró pasado por el segundo palo al uruguayo Salgueiro, increíblemente solo en una distracción garrafal de todos los defensores, y puso el 2-1 para Estudiantes que obligaba a los penales.

Y casi cambia el resultado de no ser porque Pompei, al lado de la jugada, se comió un tremendo penal de Alayes a Pusineri. El defensor de Estudiantes lo bajó aparatosamente al volante Rojo, que entraba al área. El árbitro aplicó la ley del siga siga y los penales llegaron después de hora. El Pincha metió todos, el pobre Assmann no estuvo ni cerca de sacar ninguno, mientras que los jugadores de Independiente patearon discretamente bien, incluso Mareque, cuyo tiro dio en el ángulo del arco y así Estudiantes seguirá jugando la Copa y nosotros, de Sudamérica, sólo conocimos La Plata.

Emiliano Penelas

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