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Independiente barrió a Olimpo. Le alcanzaron unos pocos minutos para hacerlo, y definir así una noche soñada por los 45.000 hinchas que se dieron cita en el cilindro, copando sus dos cabeceras, haciendo delirar a toda Avellaneda.



La hinchada de Independiente copó todo el estadio de racing

Montenegro, endiablado, frotó la lámpara apenas arrancado el partido, y sacudió el vértice del arco de Navarro Montoya con un tiro libre que merecía colarse en el ángulo. Ese aviso no fue capitalizado por Olimpo, que desordenado y sin saber cómo contener al Rojo, sólo atinaba a pegar bajo la permisividad de Maglio.
De arco a arco lo ganó Independiente, con la solidez de Assman respondiendo en las situaciones en que se lo necesitó, a un Denis brillante acompañado por el Rolfi y Sosa, formando un tridente de ataque magnífico y temible.
Fue Sosa quien, luego de una gran jugada en ataque, empaló una pelota hacia el centro del área para que en una media chilena de pirueta, con mucho de video juego y de volea, Montenegro pusiera el 1-0 en menos de un cuarto de hora. Independiente era pura potencia, pero también juego colectivo y presión sobre un pobre equipo bahiense que no supo nunca cómo detener esa marea roja.
Cinco minutos más tarde era Germán Denis, endiablado, genio y figura del gol en este Apertura, máximo goleador de todas las ligas americanas, quien seguía su racha colocando una hermosa pelota "de emboquillada" por sobre el Mono, quien a pesar de la estirada no logró descolgar.
El 2 a 0 era justo para tanto juego. Parecía que Independiente no tenía freno en la noche del sábado, y por poco no llega el tercero, en los pies de Sosa, quien intentó emular la "vaselina" del Tanque sin la misma efectividad.
La solidez del equipo que se ve partido a partido siguió su confirmación en la arrolladora actitud que tuvo el Rojo, que acorraló a su rival y se aprovechó de su debilidad. El equipo de Troglio sabía de la inferioridad de Olimpo. Futbolística y anímica, y no la desaprovechó. Los bahienses llegaban en zona de descenso directo, con muy pocos puntos en el torneo de la mano del ex racing Guillermo Rivarola, quien pareciera gozar de poco crédito en el aurinegro (para otro medio corresponderá hablar de la incomprensible actitud de los dirigentes sureños al cambiar el técnico que les dio el ascenso directo, ganando los dos campeonatos de la B, por uno que hasta hace poco dirigía la reserva de River).
Si esa primera etapa no terminó con más goles fue sólo un hecho aislado. En el segundo tiempo el Rojo tuvo que regular un poco más el juego, previsiblemente por el desgaste realizado en el primero, y porque el partido tenía, desde antes del descanso, toda la sensación de estar cerrado.
Si bien Olimpo salió un poco más decidido, esto fue quizás por el quedo del Rojo, que sin embargo gracias a la rapidez de Sosa (en la semana Pedro Troglio llegó a compararlo con Claudio Paul Caniggia), quien con pelota dominada sobrepasó en velocidad a su marcador, llegó al fondo de la cancha y puso el centro atrás preciso nuevamente para asistir a quién sino al máximo artillero del Apertura, para que sumara su décimo tercer tanto.
Otra de las claves del equipo estuvo, otra vez, en el centro del campo, donde Fredes, Calello y Herrón armaron juego y cortaron al rival. Gran parte de la caída en el segundo tiempo se debió también a la salida de Herrón y más tarde la de Fredes. Se notó la pérdida de marca en el medio y se abrieron los espacios para que Olimpo avanzara un poco más en el campo. Sin embargo, como en el tango, "ni el tiro del final" le salió al visitante, quien desperdició un penal al travesaño, quedando para la estadística.




Lujambio desperdicia el penal para Olimpo

Gran victoria en Avellaneda, delirio en las gargantas rojas, alegría y contundencia en el juego. A esperar que jueguen los otros, con la presión encima.

Emiliano Penelas

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