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El presidente de la AFA abrirá su noveno período, el último, al frente del máximo organismo del fútbol argentino, cuando más se ve apuntado por acusaciones y denuncias; cómo serán las líneas principales de su nuevo mandato, en el que buscará compensar la lealtad de su círculo más fiel, que preparará con homenajes su futura despedida.

Julio Humberto Grondona iniciará hoy su noveno período al frente de la AFA. Será ungido por aclamación durante la Asamblea General Ordinaria que se desarrollará en el edificio de la calle Viamonte a partir de las 20. Pese a no tener oposición para el cargo y haber superado en la Justicia los recursos de amparo en contra de las elecciones, el veterano caudillo de Sarandí no disfrutó de las últimas horas. Su nombre apareció en nuevas asonadas mediáticas, que cuestionaron su patrimonio, le endilgaron cuentas millonarias en Suiza y lo acusaron de ser "partícipe de una administración fraudulenta". A los 80 años, Grondona se debate entre el bronce, que le adjudican sus acólitos, y el barro.

El aplauso cerrado con el que Don Julio inaugurará su flamante mandato será el colofón a su primera aparición pública en los últimos dos meses, en los que se sobrepuso a una intervención quirúrgica programada. Y será, también, el último acto de una cadena de acontecimientos que convulsionaron la política afista. En las horas previas a la asamblea, su círculo aúlico resolvió una jugada: como preveían que podían llegar nuevos amparos judiciales contra su reelección, blindaron la sede de la AFA. Lo hicieron bajo el nombre de "jornada sanitaria". Por esa razón, ayer no hubo atención al público y hoy sólo ingresaron periodistas y asambleístas. Nadie más. No hubo siquiera espacio para las intimaciones de última hora.

Esa particularidad de adelantarse a los acontecimientos -gen principal del ADN grondoniano- se mantendrá en el nuevo período. Uno de los ejes será el legado que dejará tras más de 30 años al frente de la AFA. En ese marco se engloban el canal oficial (AFA TV, que comenzará a emitir en febrero por la TDA -Televisión Digital Abierta-, y que ya se garantizó la llegada al 75 por ciento del territorio nacional), y la posesión definitiva del predio de Ezeiza, donde hoy se entrenan todos los seleccionados, y que fue dado en comodato por el Estado. La Presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, ya habría estampado su firma en el convenio. Sólo falta la reelección kirchnerista para que sea un hecho. Y el acto oficial se haría el mes próximo. Allí, cerca de los aviones, también se enclavaría el Museo del Fútbol Argentino, otro viejo anhelo del presidente, que atesorará a los mejores equipos, jugadores y dirigentes que pasaron por estas tierras. También habría espacio para un plan revolucionario: bares y restaurantes temáticos con la pelota como protagonista, y mucho, mucho celeste y blanco. Además de alguna gigantografía de Diego Maradona y del propio Grondona. La idea, presentada al inventor del "Todo pasa" en las últimas semanas, está en estudio.

El mes próximo, los hombres del presidente encararán la postergada renegociación del contrato del Fútbol Para Todos, ese maná del que se nutren todos los clubes argentinos para sobrevivir en épocas de ventas flacas. A los $ 600 millones que aportaba la Jefatura de Gabinete ya hay que sumarles otros $ 250 millones en razón del aumento del Valor Básico de Referencia (VBR) del abono de cable en los últimos dos años. En total (y teniendo en cuenta que ahora el Estado también pagará por la primera B Nacional, que antes no transmitía), la cifra se acercará a los $ 1000 millones. Después, Grondona tendrá que transformarse en equilibrista para organizar el reparto del dinero. Será una prueba más para su cintura política, digna del mejor gambeteador.

Sabedor de que será su último período al frente de la AFA, Grondona recompensará a los suyos por la lealtad de tantos años. Uno de los pilares de la nueva gestión será la internacionalización de algunos directivos cercanos al grondonismo, que serán promovidos a otros destinos, como la Conmebol o la FIFA. Eso traerá aparejado un lento y paulatino "lavado de cara" de la cúpula afista. Y algunos alfiles del presidente tendrán otros apellidos. En ese lifting jerárquico sobresaldrán los dirigentes del fútbol de las provincias. En la calle Viamonte tomaron nota de los últimos conflictos -el interior profundo fue el rebelde, con los recursos de amparo presentados por Colón, de San Lorenzo, y Sportivo Guzmán, de Tucumán-, y por eso es posible que Grondona, en la medida en que su salud se lo permita, viaje más seguido a visitar a las ligas afiliadas al Consejo Federal. "Habrá más oxígeno para ellos", dicen en la AFA. En el fútbol, oxígeno es sinónimo de billetes.

La etapa que se inicia también estará marcada por los homenajes. El primero será en pocos días, el 11 de noviembre, cuando Argentina juegue frente a Bolivia por las eliminatorias sudamericanas. Lo mismo ocurrirá cada vez que el veterano caudillo pise alguna provincia. Y tiene reservado en la FIFA (allí donde revista como vicepresidente primero) el premio gordo: una estatua con apliques de plata que mide casi el doble que él mismo, tres metros y medio. Un monumento similar, aunque de menor tamaño, se proyecta en Buenos Aires.

Además, existe la posibilidad de que tanto la Copa Argentina del año próximo como el Apertura 2012 lleven su nombre. Sale Néstor Kirchner. Entra Julio Grondona.

A los 80 años, el hombre de Sarandí estará al frente de la AFA tanto como quiera. "Quiero morir en la pista", dijo en una entrevista con La Nacion en julio de 2009. Mientras tanto, los hombres del presidente levantarán hoy una copa con champagne. Y una frase definirá la jornada: "Ayer fue el día de la lealtad peronista. Hoy es el día de la lealtad grondonista".

Alejandro Casar y Fernando Czyz
Diario La Nación, martes 18 de octubre de 2011

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