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Como siempre, Ezequiel Fernández Moores y una gran columna en el diario La Nación, que nos damos el gusto de reproducir.

La recorrida, oportunista, podría comenzar contando de qué modo José Mourinho, acaso el hombre del momento en el fútbol mundial, trabajaba ya como asistente técnico de su padre cuando tenía apenas quince años de edad. Espiaba equipos rivales, y sus informes, según cuentan, eran notables. Otro inicio de nuestra recorrida podría ser cuando Mourinho, ya destacado DT del Porto, suspendido en plena semifinal de Copa UEFA frente a Lazio, se las ingenió para pasar instrucciones desde la tribuna. El inspector UEFA estaba a metros suyo y debía controlar que no hiciera una sola indicación. Mourinho disfrazaba sus instrucciones gritando como un hincha cualquiera. "¡Deco tiene que jugar más!". "¡Avisen que faltan cinco minutos!". "Presionen todos al juez de línea!". Sus gritos eran recogidos por un asistente que también simulaba ser hincha y que trasmitía las directivas al banco del Porto vía mensaje de texto. Fueron trece en todo el partido. Lo cuenta el libro Mourinho. The True Story (La verdadera historia). El actual DT de Inter quiso prohibir su publicación, pero dos veces la justicia portuguesa rechazó su pretensión. Fue escrito en 2005 por el periodista portugués Joel Neto y sería un buen comienzo de recorrido para una hipotética feria del libro como la que se celebra por estos días en Buenos Aires, pero que, esta columna, dedica hoy específicamente al deporte.

Cerca del libro de Neto, podría estar el reciente Mourinho, ¿por qué tantas victorias?, que Juan Pablo Varsky citó hace unos días en estas páginas. Toda Europa dice hoy que Mourinho es la resurrección de Helenio Herrera, el ex obrero de Citroën que, supuestamente, nació en 1910 en el Tigre, creció en un conventillo de la calle Thames y terminó dirigiendo en la cumbre del fútbol europeo. De Barcelona llegó al Inter. Ególatras y trabajadores, los dos trabajaron duro en su formación, conscientes de que para conducir un plantel se necesitaba conocer algo más que una pelota de fútbol. "HH", autoritario y arrogante, cuenta su interés por la psicología y por el yoga en Tacalabala, un libro de anotaciones personales con pensamientos, esquemas, obsesiones tácticas y mensajes que daba a los jugadores. "Lo peor es equivocarse con la idea de los otros." "El estilo está en la limitación." "¿Por qué no puedes ser el mejor?" "Silencio es poder." "A la tercera no va la vencida. Hay que hacerlo a la primera." "No tenga miedo. Es peor y no sirve de nada." "Es un librito muy artístico, muy opuesto a los de Mourinho, hecho con mucho amor, nada que ver con una biografía más comercial", me dice la periodista Marcela Mora y Araujo (autora del más reciente Ossie’s Dream, una biografía en inglés de Osvaldo Ardiles). El paralelismo HH-Mourinho no se debe sólo a que ambos triunfaron en Inter. La comparación surge también porque el Inter de Mourinho –no en la ida, pero sí en la vuelta– eliminó al más audaz Barcelona apelando al viejo catenaccio, todos amurallados atrás y a defender el arco.

Herrera es señalado históricamente como el padre del catenaccio (candado). Pero HH lo copió de Suiza, como cuenta Jonathan Wilson en su último libro Invertir la pirámide, una historia del desarrollo de tácticas futbolísticas que debería formar parte del stand de nuestra feria. Además, antes que Herrera, la idea de retrasar un volante para fortalecer la defensa (el líbero) la practicaron en Italia Gipo Veani primero y Nereo Rocco después (el apellido era Rock y el fascismo lo italianizó como Rocco). Gritón, extrovertido y cínico, Rocco, que formó físico levantando reses en la carnicería de su padre, fue tentado, sin éxito, por Federico Fellini para actuar en Amarcord, según cuenta Enric González en Historias del calcio. Tampoco fue Herrera quien inventó la palabra catenaccio. La autoría corresponde al formidable y fallecido periodista italiano Gianni Brera, que escribió numerosos libros, al menos uno imprescindible (Storia critica del calcio italiano). Italia había sido campeona en las Copas de 1934 y 1938, pero la gente, decía Brera, quedó débil y no estaba físicamente a las alturas de otros pueblos tras la Segunda Guerra Mundial. Para volver a reinar en el fútbol había que partir de la limitación. "No se puede competir de igual a igual. Uno es débil y tiene que defenderse, con astucia y realismo, explotando el error rival." El cerrojo táctico del Inter de Herrera es "la muerte del fútbol", sugiere Dante Panzeri en el clásico Fútbol, dinámica de lo impensado, primer aporte nacional a nuestra imaginaria feria del libro deportivo. Menos bibliografía podría encontrarse, en cambio, para explicar las muertes prematuras que sufrieron por lo menos seis campeones de aquel Inter. El doping siempre fue un tema tabú en el deporte, especialmente en el fútbol.

La edición 2010 de la Feria del Libro de Buenos Aires no ignoró al Inter de Mourinho, un DT que, en rigor no es italiano, igual que toda su formación titular. "¡Cómo puede decir Mourinho que prefería dejarle la pelota al rival porque teniéndola se corría el riesgo de perderla! Es una falta de respeto a sus jugadores, que valen 50 millones de dólares", se lamentó Ángel Cappa, en la presentación del libro La novela de los mundiales. Pelota cibernética, del periodista Vito Amalfitano. Una de las novedades deportivas de la Feria es Apache, en busca de Carlos Tevez, una crónica biográfica de Sonia Budassi. Si las narraciones históricas suelen omitir al deporte, el Bicentenario cambia la tendencia. Editorial El Ateneo presentó en la Feria su colección "Claves del Bicentenario", con libros que incluyen breves historias de la política, la economía, las letras, el espectáculo y también el deporte. Tuve la suerte de realizar ese trabajo, igual que Ariel Scher, Guillermo Blanco y Jorge Búsico, que publicarán en breve Deporte nacional. Dos siglos de historia (Deportea y Emecé). Junto con Juan Pablo Varsky, Juan José Panno y Gustavo Grabbia, y numeroso público femenino en la sala, debatimos el martes sobre "El Mundial en la escuela". Hay muchos libros sobre la historia de los Mundiales. No tantos sobre los negocios oscuros de la FIFA, como Tarjeta roja (Andrew Jennings) y Cómo ellos se robaron la Copa del Mundo (David Yallop). El Mundial 78 tiene su literatura crítica (El Terror y la gloria, La vergüenza de todos y Fuimos campeones). Indispensables para comprender la manipulación política, igual que Deporte, desaparecidos y dictadura, que Gustavo Veiga reeditará próximamente, con una investigación ampliada. Yo soy el Diego y Conocer al Diego nos acercan a Diego Maradona, que además tiene biografía no autorizada en la visión de un inglés (Jimmy Burns, La mano de Dios). Y una mirada distinta en Vivir en los medios, un muestrario sobre la hipocresía de cierta prensa. A los medios, se sabe, no suele agradarles que se hable de ellos. Por eso nuestra feria deportiva incluye a Hechos pelota. El periodismo deportivo durante la dictadura militar.

Nuestro recorrido virtual tiene por supuesto su sección "Clásicos". ¿Cómo no hablar de Literatura de la pelota, de Roberto Santoro? Están también Burguesía y gangsterismo en el deporte, otra vez de Panzeri, Fútbol todotiempo (Carlos Peucelle) y nuestras historias sobre el fútbol amateur y Alumni (hay coincidencias sobre Historia del fútbol en la Argentina, tres tomos, de 1879 a 1955, y no puede dejarse fuera del sitio efdeportes.com). Incluyo también a los trabajos de Eduardo Archetti y Pablo Alabarces. Y a Rodolfo Braceli. A títulos, como Fútbol pasión de multitudes y de élites (Scher-Palomino), Historia política del deporte (Víctor Lupo) y, ya más recientes, las investigaciones de Veiga y La Doce (Grabia). Ningún estudioso del deporte olímpico, me avisa Gonzalo Bonadeo, debería olvidar Los señores de los anillos sobre la corrupción olímpica, y tampoco el célebre Complete book of the Olympics (David Wallechinsky). Agrego Revolución Olímpica (David Miller) y El deporte del poder, una biografía crítica de Juan Antonio Samaranch. Short circuit sigue siendo un gran clásico que desnuda al circuito del tenis, igual que Ultimate Tennis Encyclopedia (Bud Collins). Cuando el hombre es más que el mito (Roberto Carozzo) es indispensable para saber sobre Juan Manuel Fangio, lo mismo que Bernie’s game (Terry Lovel) para saber sobre Bernie Ecclestone y el submundo de la Fórmula Uno, me sugiere el colega Pablo Vignone. Y van más títulos para la sección clásicos: Homo Ludens (Johan Huzinga), Fiebre en las gradas (Nick Hornby), Fútbol, una religión en busca de un Dios (Manuel Vázquez Montalbán), El fútbol como ideología (Gerhard Vinnai), El fútbol a sol y sombra (Eduardo Galeano), Entre los vándalos (Bill Bufford), Futebol-Arte (SENAC), Boquita (Martín Caparrós), Estrela solitaria (Ruy Castro), The ball is round (David Goldblatt), Dios es redondo (Juan Villoro), Fútbol y pasiones políticas (edición a cargo de Santiago Segurola) y La guerra del fútbol (Richard Kapuscinsky). Suben al ring The Fight (Norman Mailer), El más grande, Muhammad Alí (Richard Durhan) y Del boxeo (Joyce Carol Oates). La sección, en medio de muchísimas omisiones, se completa con los cuentos del Negro Fontanarrosa, el Gordo Soriano y Juan Sasturain. Y con autores, como David Conn, Richard Williams, Simon Kuper y David Wimmer, además del reciente El factor humano (John Carlin), clave para comprender a la Sudáfrica del Mundial. El especialista Horacio Anselmi (autor de Claves el desarrollo de la potencia) me sugiere títulos para preparadores físicos: Fisiología articular (Kapandji), Fisiología del deporte y el ejercicio (Costill-Willmore), Superentrenamiento (Verkoshansky) y Bases teóricas del entrenamiento (Manso-Valdivieso). Pero el último stand de nuestra feria es para Ediciones Al Arco. Sus dueños, los periodistas Marcos González Cezer y Julio Boccalatte llevan publicados 45 libros deportivos en ocho años y llegarán en 2010 al medio centenar, con obras de Facundo Sava y Juan Manuel Herbella. La editorial, exclusivamente deportiva, tiene ficción, ensayo, biografías, investigación, fútbol, tenis, automovilismo, ciclismo, política y concursos de cuentos. El proyecto comenzó con un presupuesto para un pequeño libro de mil ejemplares. Creció a puro pulmón. Y porque tiene mucho amor por los libros. Y por el deporte.

Ezequiel Fernández Moores
Diario La Nación

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